Un cigarrico liado, una cara amable, una sonrisa sincera y un !Salud! Con aquel marcado acento castellano, esa es la inolvidable estampa que deja Alfonso en la memoria de quienes tuvimos la suerte de conocerle.

Encontrar un oasis y convertirlo en lago y después en mar, contagiar su pasión a un equipo que ha crecido hasta convertirse en referencia en Asturias y ejemplo para toda la comunidad ajedrecista. De esto y más era capaz Alfonso. Quizás no le hayáis conocido en persona, pero disfrutaréis de su legado durante muchos años.

Despedimos con tristeza a un auténtico apóstol del ajedrez y acompañamos a su familia y amigos en su dolor.

!Salud, compañero! Dondequiera que vayas.

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Por Pruneda